"Calleu, nobles consellers, guardeu-vos la raó que us quedi
i, amb un pas viu i decidit, marxeu on sigui que us esperin."

Así empezaba el concierto de Manel, el viernes 22 de abril en el Teatre Romea. Un espacio recogido en el que se creó un ambiente intimo, del que el mismo grupo bromeaba, dado el éxito de convocatoria los 5 días casi consecutivos en los que actuaron, sin que los medios tuvieran en cuenta el limitado aforo (600 personas aprox).

Como era de esperar,  presentaron los nuevos temas del segundo disco, 10 milles per veure una bona armadura, y nos encandilaron con otros que habína sonado tímidamente por las calles del barrio de Gràcia, hará ya dos primaveras.

Contaron la historia de un niño encerrado en el cuerpo de un hombre, que sólo duerme con La cançó del soldadet. Explicaron como chuleaban sin mala intención con un Boomerang delante de Vanessa, su primer amor no correspondido. Nos pusieron melancólicos con Captatio Benevolentaie y Criticarem les noves modes de pentinats. Recordaron amores pasados como Dolors o La que en Bernat s'hi troba. Pero también dejaron lugar para aquellos ex novios que creen que siempre dejarán huella como el de Benvolgut.

Tres fueron los temas para acabar una buena función: Aniversari, con una introducción a la historia tan mágica como en el disco, Gent Normal, conocídisma versión de Common People de los Pulp y por último,  Al mar!, canción que hizo levantar a medio público y al otro medio morirse de ganas de hacerlo, para bailar como si de una berbena de verano se tratara.